capitales con la esperanza de tener puestos de trabajo como sea, compitiendo
entre sí las diversas regiones del mundo para atraer capitales aunque sea a
costa de abaratar los salarios.
En lo que concierne a Europa, este cambio neoliberal tiene, a través de la re-
visión del Tratado de Maastricht, unos objetivos en las tres facetas: la política
(mecanismo de toma de decisiones), la social-sindical (precio del salario, tanto
directo como indirecto) y la cultural (asunción de valores que sean coherentes
con el proceso político-social).
En la faceta política sólo basta garantizar la libertad de votar en cada proceso
electoral, sin más contenido de participación ciudadana en la formulación de
la política a seguir, es decir, vaciando de contenido la democracia representa-
tiva trasladando competencias políticas a superestructuras no controladas por
los Parlamentos, ni europeo ni nacionales, concentrando en pocas manos las
decisiones (Consejo de Ministros y Comisión Europea), decidiéndose lo im-
portante en Bruselas y manteniendo a los ciudadanos y los trabajadores aleja-
dos de la comprensión global de las realidades económicas y políticas.
En la faceta sindical se busca eliminar las coacciones o intervenciones estata-
les en la determinación de la cuantía de los salarios y condiciones de uso del
tiempo de trabajo. Bajo el imperativo de la «competitividad» (conseguir mer-
cancías más baratas que los competidores) y la reducción de los déficits públi-
cos se persigue el abaratamiento de la mano de obra, contratos precarios, des-
regulación, ausencia de derechos laborales así como menores cargas públicas
del tipo de pensiones, servicios sociales, sanidad, subsidio al paro y demás
formas de beneficencia.
E
n la faceta cultural se persigue el triunfo del
m
odelo de valores que configuran
la ideología del siste
m
a
. U
na vez conseguido el objetivo de identificar a los tra-
bajadores con los procesos económicos del capital se asumen sin capacidad de
crítica los valores neo-liberales: la competitividad, el individualismo, la
insolidaridad, la convicción sobre la imposibilidad de transformar el sistema...
Estas tres facetas configuran un Pacto entre los gobiernos (partidos políticos),
las fuerzas econó
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icas
(
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presariales
)
y los sindicatos
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pero de sentido
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