E
n el desarrollo de la econo
m
ía
m
undial se ha llegado a una situación que se
caracteriza por la internacionalización de los capitales y de la actividad pro-
ductiva. Los nuevos amos del mundo operan crecientemente al margen y por
enci
m
a de las estructuras estatales
,
siendo las poticas de los gobiernos cada vez
m
ás una prolongación de los intereses del capital transnacional
. E
l poder deci-
sorio de los
E
stados se esfu
m
a frente a la actividad de las grandes e
m
presas
m
ul
-
tinacionales que controlan la economía y deciden el curso de la producción.
La soberanía de los Estados nacionales disminuye cada vez más mientras se
incrementa la autonomía y hegemonía del poder económico sobre el político.
Los Estados nacionales quedan limitados a gestionar los recursos fijos y la
infraestructura para la localización de empresas.
E
sta diná
m
ica crea una con-
centración de la riqueza en grupos cada vez
m
ás reducidos y una creciente exten-
sión de la precarización laboral, la marginación social y el desempleo.
Desaparecido el sistema soviético y la conciencia de clase «revolucionaria» e
internacionalista, las estrategias políticas y sindicales de cada país se orientan
a crear condiciones favorables para que el capital multinacional se asiente en
sus territorios. Se ha pasado de una etapa en la que las naciones eran el ins-
trumento necesario para la industrialización a otra en la que debido al éxito
del crecimiento económico este atraviesa las fronteras nacionales y entra en
contradicción con los intereses de las naciones. Si antes la conciencia nacional
favorecía ese despegue económico, y a cambio se creaban puestos de trabajo y
la gente participaba, construía la nación políticamente, decidiendo a través de
la democracia representativa, ahora se da la paradoja de que el proceso econó-
mico va acompañado en cada territorio por el paro y la fuga de capitales. Si
las Guerras Mundiales significaron para la clase trabajadora claudicar de su
conciencia internacionalista con el alineamiento de los trabajadores de cada
país con sus burguesías para enfrentarse a los otros países, actualmente ya no
hay burguesías nacionales enfrentadas, al formar parte de un mismo sistema
económico mundial interconectado. Por encima de las aparentes diferencias
sociales, políticas y culturales de las diversas regiones mundiales predomina
la realidad de la internacionalización del capital. Quienes luchan entre en
esta solapada Tercera Guerra Mundial somos los ciudadanos, trabajadores y
pequeña y mediana empresa de los diferentes países y regiones creando políti-
ca y socialmente condiciones que permitan hacer más rentable la llegada de
capitales con la esperanza de tener puestos de trabajo como sea, compitiendo
entre las diversas regiones del mundo para atraer capitales aunque sea a
costa de abaratar los salarios.
En lo que concierne a Europa, este cambio neoliberal tiene, a través de la re-
visión del Tratado de Maastricht, unos objetivos en las tres facetas: la política
(mecanismo de toma de decisiones), la social-sindical (precio del salario, tanto
directo como indirecto) y la cultural (asunción de valores que sean coherentes
con el proceso político-social).
En la faceta política sólo basta garantizar la libertad de votar en cada proceso
electoral, sin más contenido de participación ciudadana en la formulación de
la política a seguir, es decir, vaciando de contenido la democracia representa-
tiva trasladando competencias políticas a superestructuras no controladas por
los Parlamentos, ni europeo ni nacionales, concentrando en pocas manos las
decisiones (Consejo de Ministros y Comisión Europea), decidiéndose lo im-
portante en Bruselas y manteniendo a los ciudadanos y los trabajadores aleja-
dos de la comprensión global de las realidades económicas y políticas.
En la faceta sindical se busca eliminar las coacciones o intervenciones estata-
les en la determinación de la cuantía de los salarios y condiciones de uso del
tiempo de trabajo. Bajo el imperativo de la «competitividad» (conseguir mer-
cancías más baratas que los competidores) y la reducción de los déficits públi-
cos se persigue el abaratamiento de la mano de obra, contratos precarios, des-
regulación, ausencia de derechos laborales así como menores cargas públicas
del tipo de pensiones, servicios sociales, sanidad, subsidio al paro y demás
formas de beneficencia.
E
n la faceta cultural se persigue el triunfo del
m
odelo de valores que configuran
la ideología del siste
m
a
. U
na vez conseguido el objetivo de identificar a los tra-
bajadores con los procesos económicos del capital se asumen sin capacidad de
crítica los valores neo-liberales: la competitividad, el individualismo, la
insolidaridad, la convicción sobre la imposibilidad de transformar el sistema...
Estas tres facetas configuran un Pacto entre los gobiernos (partidos políticos),
las fuerzas eco
m
icas
(
e
m
presariales
)
y los sindicatos
,
si
m
ilar
,
pero de sentido
contrario
,
al que se llevó a cabo tras la
S
egunda
G
uerra
M
undial y que per
m
it
construir e
l E
stado del
B
ienestar
. T
odo ello a cambio de una fantasiosa
recuperación económica que nunca se realiza.
L
as
m
etas que se pretenden alcanzar se deno
m
inan
«
condiciones del
T
ratado de
M
aastricht
»
y deben cul
m
inar con la adopción de la
m
oneda única en
1999
. E
n
el proceso por la consecución de esos objetivos se han co
m
etido errores garra-
fales cuyo precio es pagando y deberá seguir pagando la población europea
.
P
or eje
m
plo
,
al haberse apresurado a des
m
antelar las barreras aduaneras para
favorecer la libertad de circulacn de las
m
ercanas
,
desde
1993
,
sin haber pre-
visto las
m
edidas jurídicas
,
fiscales y de control necesarias
,
se ha favorecido el
surgi
m
iento de gigantescas
m
afias que defraudan anualmente
m
uchos
m
illones
de ecus por distintos conceptos
(
no pagar el
IVA,
recibir fraudulenta
m
ente sub-
vénciones para la exportación
,
introducir ilegal
m
ente
m
ercancías no co
m
unita-
rias
,
etc
.). I
gual
m
ente está siendo
m
uy grave el intento de que desaparezca la in-
tervención blica reguladora en cuestiones básicas que van desde el concepto
de servicio público hasta la política energética.
S
e trata
,
por tanto
,
de una serie de cosas en las que el pueblo trabajador no está te-
niendo ninn tipo de control e intervención y que ade
m
ás esn ocurriendo en
contra de sus intereses
. L
a pregunta que puede plantearse aquí es la de que si a
través de este proceso puede llegar a alcanzarse una
m
eta que constituya una
victoria y que aporte la debida co
m
pensación a los sectores castigados
,
es decir
,
si
una vez alcanzadas las condiciones del
T
ratado de
M
aastricht de contención de la
inflación
,
liquidación del sector público de la producción en favor del privado
,
concentración e internacionalización del capital
,
etc
.,
se habrá llegado a un
punto en el que e
m
pezarán a re
m
itir las condiciones que tan desfavorable
m
ente
acan hoy contra los trabajadores y la población explotada y marginada.
P
ues bien
,
por desgracia
,
la respuesta a esa pregunta es negativa
. D
espués de alcan
-
zarse los objetivos del
T
ratado de
M
aastricht
,
que dejara
m
uchos cadáveres en
el ca
m
ino
,
la situación será aún peor para los pueblos del
m
undo
,
para los
europeos que trabajan
,
para los que perdieron su trabajo y para los que están
pensionados
. E
l ca
m
ino que nos hacen seguir conduce al abismo, no a una
mejora de la situación general. Se está generando un mundo cada vez mas
insolidario e ingobernable, plagado de conflictos como el racismo y la terrible
migración de los parias del Tercer Mundo, y peligros como el deterioro eco-
lógico, un mundo en el que cada vez más no hay un horizonte de esperanza
para la mayor parte de la humanidad.
Es urgente que reaccionemos contra esta situación. Es preciso desarrollar una
movilización contra la Europa de Maastricht. Debemos pensar en términos de
lucha de clases en el ámbito europeo y mundial, y concebir y desarrollar un
modelo alternativo que genere esperanza e ilusn. Debemos esforzarnos en
concitar una amplio consenso en torno a una estrategia política, organizativa y
social que adquiera i
m
pulso y autono
m
ía crecientes en el seno de la sociedad y que
encarne los intereses y las aspiraciones de los pueblos de Europa y del mundo.
Agosto de 1996